miércoles, 6 de mayo de 2009

¿Quién dice que las princesas no lloran?


A lo largo de los siglos han corrido por este mundo miles de leyendas acerca del llanto inexistente de las princesas, falsas palabras dicen que tan sólo viven en el mundo de las sonrisas y que nunca han probado el sabor salado de las lágrimas. Hoy, tras siglos de errores acerca de este tema, me veo en el deber de contarles la única verdad: las princesas sí lloran. Es cierto que nunca nadie las vio llorar, pues lo hacen en la más estricta intimidad y a oscuras para prevenir cualquier entrada inesperada. Jamás han derrochado una lágrima en público porqué tras esas lágrimas se esconde el mayor de los secretos de este mundo: cada una de las gotas que se escapan de sus ojos, al tocar el suelo, se convierten en puros diamantes y en las más preciosas piedras. Sus preciosos ojos tienen el mayor de los poderes y guardan los más grandes misterios de ese mundo. Se trata de piedras preciosas que, con cada lágrima que se escapa, fruto de la incontrolable tristeza, dejan ir un pedacito de sí mismos. Así es como el mundo se cubrió de los diamantes y piedras preciosas que ahora ustedes llevan en sus joyas, es por esta razón que se trata de piezas de incalculable valor, pues costó la pena de lo más precioso de este mundo, las princesas. Y aquí va mi consejo, pequeñas princesitas de todo el mundo, de los valles, de los ríos, de las montañas, de las nubes, de las grandes ciudades y los pequeños pueblos y, sobre todo, para las princesas de todas las casas, de las más humildes hasta las más lujosas: No desperdicien sus lágrimas bajo ningún concepto, pues valen más que las tonterías por las que acostumbran a llorar. Sólo bajo las presiones más fuertes y la más absoluta pena pueden dejar escapar uno de sus pequeños tesoros. Soy consciente de que al principio les parecerá un tanto difícil pues nadie dijo que fuera fácil ser una princesa, pero el mundo las colocó en lo más alto con la más bella de las intenciones y por esta razón deben afrontar sus problemas con la misma belleza y el mismo cariño con que se les situó en tal posición, afronten la vida con la mayor de las sonrisas, jamás abandonen su sonrisa en lo más alto de las montañas o en lo más profundo de los mares, llévenla siempre consigo, créanme, les hará falta. Y, sobre todo, no hagan la tontería de perder la esperanza, porqué esto es lo último que se pierde y cuando la hayan perdido ya nada les quedará a su alrededor.

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